Me gustas.
Y a veces siento que arde mi cuerpo porque no te tengo.
Me ardes. 
Tu cabello negro, siempre bien colocado, tu nariz perfecta, 
tobogán de ensueño que desemboca suplicando un beso. 

Tu barba delineada, espesa, 
negra bruma que cubre los surcos que han formado los años al rededor de tus labios,
Que a veces, dejan entrever tus blancos dientes que me invitan al paraíso si sonríes.

Mientras te observo, 
Siempre erguido, tan imponente, con esa forma de hombre maduro que me avergüenza. 
Tú, altivo, grande, idealizado por mis ojos que te observan desde lejos. 

Sé que tienes una vida consolidada
En cambio la mía, incipiente proyecto con caminos que tu ya has recorrido. 
Cansado estarás de tomar de la mano a tu compañera y yo, 
Aún no sé qué es recorrer el mundo. 

Pero me gustas. 
 Y me arde el alma también cuando te veo...
Es un deseo intenso, por cerrar tus ojos con mis labios, abrazarte tiernamente 
Y descubrir mis cartas, si tu quisieras jugar mi juego. 

Ese juego donde yo gano. 
En el que se me permite amarte, donde soy valiente y te hablo,
Donde tu eres un hombre libre.



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