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Mostrando entradas de diciembre, 2017

POEMA DE MEDIA HORA

Llego de almorzar en mi casa, son las ventajas de vivir cerca de la oficina. La oficina, si. Trabajo como cualquiera para vivir medianamente decente e impulsar la iniciativa de mis abuelos de ser una clase emergente. Y si que teníamos que emerger. Será por esa razón que siempre cuidó con quien nos relacionábamos, si eran pretendientes, tenían que pasar por cuánta prueba se les ocurriera a las tías. He allí la razón por la que a los treinta aún no conocíamos el mundo y nos hirieron. Pero no es para confundirse. Hemos vivido! Hemos hecho cosas locas y hemos disfrutado de libertad, claro no sin la dosis de drama correspondiente, por no salir de casa bien casadas, de la mano del hombre ideal, con un lujoso vestido blanco que tapara con su brillo la deshonra disfrazada de niña buena, pulcra y correcta. Bueno, esa que ya no soy. Allí estoy yo, miembro no tan sacra y reputada como mi familia esperó que fuera, aunque algunas personas dirían que el segundo adjetivo me queda muy bien. P
Te quise, es cierto y quizás aún te quiero a pesar de todo. Tal vez por eso, aún me duelen tus mentiras,  Las tengo grabadas en mi, como si fueran mi amuleto. Porque, aún sabiendo tus falsedades, ellas me alentaban a quererte.  Sembraron en mi la costumbre de un amor no correspondido,  Que se sentía satisfecho con lo poco que tu le ofrecías.  Y hoy, que entiendo que amarte es andar sobre arena movediza, No convenzo a mi alma de lo real, de que ninguna de tus palabras fueron ciertas. Tu compañía, el remanente del tiempo que era entero para otro ser. No comprendo en qué momento te encontré  Cuál fue la parte que mi cerebro omitió y empezó a creerte. Y decidió que podía entregar el alma. Dejarla en tus manos que la destrozaron, Aún cuando te amé con mi etérea  fragilidad Aceptando tus fantasmas y fracasos, Todos ellos producto de tu imaginación retorcida,  Porque en realidad tu vida andaba de maravilla y lo único que te angustiaba Era el temor de que y