Y era realidad que me estaba rindiendo, A punto de bajar las armas y ceder el paso Hacia el mar turbulento de mi ser. Cierto era que soñaba con sus ojos todas las malditas noches, Y que soñaba con el día en que le confesara todo lo que había empezado a sentir. Que soñaba con sus ojos y oía su voz cantando esa música que me daba escalofríos. Si que era cierto, que a pesar de mi temor, Estaba pensando confiar de nuevo en el amor... Decirle que me gustaba desde antes de conocerlo y que lo amaba desde antes de saber Que él me perseguía en sus sueños. Pero, fatalmente, y de manera apresurada, comprobé que no existía nada especial en su mirada tierna, En su voz ronca y esa risa maquiavelicamente dulce. Que en cuestiones del amor, siempre habrá reemplazos, Que basta unas noches en la "playita" bien acompañado, Para olvidar las volátiles promesas de amor. Ni paciencia con esta indecisa, Ni amor para este solitario corazón, Nada, no hay nada que ofrecerme, Rompo