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Mostrando entradas de febrero, 2018
Era un humarada ciega, que se permitía ser y no estar. Ser ella, no estar para nadie.  Morir un poco quizás, con tantas venas rotas,  Elucubrando lo porvenir. Así era ella,  Una humarada fresca, Se desvanecía en el momento exacto, Intangible, volátil.  Se quedaba intacta pero no por mucho tiempo,  Prefería volar. Fue su destino,  Prestar su cuerpo, que era su propia alma. Y por más que se dio, no dejó de ser,  Por su propio fuego que la consumía y a la vez,  La creaba. Era así,  Una humarada con alas de mariposa,  Frágil. Sufragando amores que morían como el alba,  Que dejaban de ser amor por capricho,  O tal vez siempre fueron,  Caprichos disfrazados de amor.