Entradas

Se levanta. Y el peso de la incertidumbre la devuelve a la cama para recordarle que se agotó la esperanza, los buenos deseos, las motivaciones y sueños. Todo se ahogó en un minúsculo agujero, lágrima de un fracaso disfrazado de gigante, que la persigue. Son solo treinta y dos años.  Pero parece que fueran más, mal vividos. Su piel ajada, triste y reseca. Su cabello, ya no brilla y sus ojos no se maquillan. Pasa días enteros encerrada en la habitación, soñando que es deseada, Que toda la miseria es mentira y la realidad es el escenario en el que ella gana. Recuerda que le han quitado cosas, Que se han marchado personas, Se acostumbró a que las personas llamadas a permanecer, Se vayan. ¡Abandonen! Entonces, la esperanza de ser amada, correspondida, se vuelve nimia. Le han mentido tanto, que es casi quimérico volver a creer, La han lastimando tanto, que no es posible llorar más. Recoger sus pedazos, volver a estar completa, es casi imposible. Eso

Recuerdo

Me gustaría decirte que te amé tanto y más que a mi vida, Que no pasa un día que no piense en tus manos suaves Locas e inquietas que acariciaron mi alma y mi cuerpo, de tal manera...  Esa manera que no he vuelto a sentir jamás.  Cuántas ganas de decirte que te amo,  Que aunque pase el tiempo y otros cuerpos acaricies con pasión, Mi alma se quedó anclada en tus ojos,  Tu barba, tu ser.  No importa con quien estés,  Quien ahora disfruta de tus platillos especiales, para celebrar cualquier cosa; Aunque la tomes de la mano y decidas andar tu vida hasta el fin, Yo sé que tu corazón es mio, como tuyo es el mio. Que me pensarás cada día, recordando mi alma y mi cuerpo,  Que tocaste tantas veces, con tanta pasión, ternura y furia a veces;  Siempre seré la armónica que afina con el aliento de tu boca,  Y saca de tu ser, las notas melancólicas de este amor equivocado. 
Me gustas. Y a veces siento que arde mi cuerpo porque no te tengo. Me ardes.  Tu cabello negro, siempre bien colocado, tu nariz perfecta,  tobog á n de ensue ñ o que desemboca suplicando un beso.  Tu barba delineada, espesa,  negra bruma que cubre los surcos que han formado los a ñ os al rededor de tus labios, Que a veces, dejan entrever tus blancos dientes que me invitan al para í so si sonr í es. Mientras te observo,  Siempre erguido, tan imponente, con esa forma de hombre maduro que me averg ü enza.  Tú, altivo, grande, idealizado por mis ojos que te observan desde lejos.  S é que tienes una vida consolidada En cambio la m í a, incipiente proyecto con caminos que tu ya has recorrido.  Cansado estar á s de tomar de la mano a tu compa ñ era y yo,  A ú n no s é qu é es recorrer el mundo.  Pero me gustas.   Y me arde el alma tambi é n cuando te veo... Es un deseo intenso, por cerrar tus ojos con mis labios, abrazarte tiernamente  Y descubrir mis

Confesión

Si quieres que lo diga,  Lo diré.  Si,  Quiero que alguna vez alguien deje a alguien por mi.  Ser la causa de, no sé, algunos desvelos.  Que en un sobresalto nocturno,  Alguno me encuentre y allí mismo, las añoranzas de tenerme,  El dolor de no tenerme. Claro que me gusta pensar que provoco el amor infinito de alguien,  Que estoy en su pensamiento todo el tiempo y más que eso,  Que jamás me hará daño si lograra conquistarme. Quiero que me deje de doler el amor.  Que por una vez pueda estar tranquila,  Que en estas cosas del amor no consigo la fórmula mágica Si alguien osa fijarse en mi, yo pueda evitar sobresaltos,  Temores nocturnos, recuerdos del pasado. Quiero saber cuando esté lista.  Y, mientras espero, quiero no estarlo,  Sin afanes, sin dolores, sin temor.  Sola o solitaria ,  O las dos... Pero siempre conmigo,  Incondicionalmente. Poder preguntarme, estás?  Y responder: sí!  Si! Siempre para ti.  No olvid

A la distancia.

Quiero que sepas que en silencio, nuestros corazones se abrazan.
Era un humarada ciega, que se permitía ser y no estar. Ser ella, no estar para nadie.  Morir un poco quizás, con tantas venas rotas,  Elucubrando lo porvenir. Así era ella,  Una humarada fresca, Se desvanecía en el momento exacto, Intangible, volátil.  Se quedaba intacta pero no por mucho tiempo,  Prefería volar. Fue su destino,  Prestar su cuerpo, que era su propia alma. Y por más que se dio, no dejó de ser,  Por su propio fuego que la consumía y a la vez,  La creaba. Era así,  Una humarada con alas de mariposa,  Frágil. Sufragando amores que morían como el alba,  Que dejaban de ser amor por capricho,  O tal vez siempre fueron,  Caprichos disfrazados de amor.
Los sentimientos se van desvaneciendo con el tiempo, han dejado de ser, de darse, de arriesgarse. Viven solo en el mundo donde no puede ser destruidos, presos del temor, sanando sus heridas amorosamente sin entregarse ... volviéndose tan superficiales, incrédulos. El amor no es más que la etapa previa de la muerte.